sábado, 28 de julio de 2007


Considera la cultura o la ignorancia de nuestra condición humana imaginando una cueva con una entrada abierta a la luz del día y tan ancha como la misma cueva. En esta cueva viven prisioneros desde niños unos hombres, atados de tal forma que sólo pueden mirar de frente y sin voltear a los lados. Detrás, a cierta distancia y por arriba de ellos, arde una fogata, y entre el fuego y los prisioneros hay un camino elevado al que atraviesa una tapia, construida como las mamparas que los titiriteros colocan entre ellos y el público y por encima de las cuales exhiben a sus muñecos...

Imagínate que unos hombres transportan toda clase de utensilios por detrás de la tapia, proyectando por encima de ella figuras de hombres y animales hechas de diversos tipos de materiales; algunos de estos hombres estarán hablando y otros no.
(Una imagen extraña y un tipo extraño de prisioneros)

Son como nosotros...porque ¿piensas que serían capaces de ver alguna otra cosa aparte de las sombras proyectadas por el fuego en la pared de la caverna que tienen enfrente?
¿Cómo podrían hacerlo si se les ha impedido que muevan la cabeza durante toda su vida?
¿Y podrían ver algo más de los objetos que están siendo transportados por el camino?
Naturalmente que no!
Por lo tanto, si fueran capaces de hablar entre sí, ¿no supondrían que las sombras que ven son las cosas reales?
Inevitablemente!

Uno de estos desdichados prisioneros se libera de sus cadenas y logra voltear la cabeza, mirar directamente a los cargadores y a sus objetos, contemplar el fuego, salir de la cueva y ver directamente la luz del sol. Es su viaje de liberación...
La cueva corresponde al mundo visible en general, el de la mera opinión (doxa), que posee un nivel inferior del conocimiento, caracterizado por Platón como inculto; en este segmento el hombre confunde a la realidad con sus sombras; en cambio, el mundo exterior, al que finalmente llega el prisionero que logró evadirse de la cueva, es el equivalente al mundo del verdadero saber, del conocimiento pleno y absoluto, el mundo de las ideas. En este último compartimiento se alcanza, según Platón, la visión inteligible de la idea del bien.

No estamos del todo ciegos...pero aquello que creemos la realidad no es más que sombras...
la fuerza del pensamiento sería la única vía capaz de liberarnos de la esclavitud conceptual de los tópicos. Cuando el hombre, recluido en la cueva de Platón, mira la luz, percibe que lo que conocía hasta entonces era apenas la sombra de la realidad....pero como el resto de los habitantes nuca salían de ella...nadie le cree

El hombre está en la peor de las situaciones, cuando hace lo que no quiere y no sabe lo que puede hacer; nadie quiere nada de ese hombre a quien no le queda más que alejarse.

Todos nosotros estamos dentro la caverna porque damos más atención a las imágenes que a lo que realmente es: “estamos dentro mirando una pared, viendo sombras y creyendo que ellas son reales”.

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