
III
Cuando a mortales sacudidas y espesas nieblas
tiendo a vencerme sobre algas gigantes
y en actitud de sol desposeído
me escondo en los umbrales de las puertas.
Como el pez derrotado, su suavidad perdida
como hacinado grupo de maderas
como apagada hoguera, como un grito
como despedazado pan, como yo ciega
Vengo en creerme un eslabón y un símbolo
y una predilección y un desafío
vengo en creerme la soñada boca
y el huésped prometido y la palabra cierta
cuando a quietudes y a presentimientos
y me encuentro a la tierra caminando...
Háblame corazón, hállame sangre
encuéntrame mortaja, desentiérrame
que bajo ligera nieve estoy ardiendo
Deja caer el pelo sobre mi espalda de sonora madera
bésame con la lengua de hoja húmeda
y déjame morir definitivamente
Los vientos encogidos
me azotarán insectos
y en las manos asiré una luciérnaga
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