martes, 4 de septiembre de 2007

Breviario de podredumbre


Émile Michel Cioran
(1911-1995)

"Me seducen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto sobre el mundo. Crece en mí una sensación de vaciedad; siento la presencia misteriosa de los sentimientos más contradictorios que ha acogido jamás el alma humana. Soy feliz e infeliz a la vez. Estoy exaltado y deprimido, desbordado por el placer y la desesperación en la más contradictoria de las armonías. Estoy tan alegre y tan triste que en mis lágrimas se reflejan el cielo y la tierra al mismo tiempo. Aunque sea solamente por la alegría de mi tristeza, querría que no hubiera más muerte en esta Tierra"

Estos son algunos aforismos de su libro «Silogismos de la amargura»:

-Debo inventarme cada día nuevas razones de existir: soy una víctima del «sentido» de la vida
En este «gran dormitorio», la pesadilla es la única forma de lucidez.

-Para vengarnos de quienes son más felices que nosotros, les inoculamos -a falta de otra cosa- nuestras angustias. Porque nuestros dolores, desgraciadamente, no son contagiosos.

-Fuera de la dilatación del yo, fruto de la parálisis general, no existe ningún remedio contra las crisis del abatimiento, contra la asfixia de la nada, contra el horror de no ser más que un alma dentro de un salivazo.

-Aunque pudiera luchar contra un ataque de depresión, ¿en nombre de qué vitalidad me ensañaría con una obsesión que me pertenece, que me precede?. Encontrándome bien, escojo el camino que me place; una vez «tocado», ya no soy yo quién decide: es mi mal. Para los obsesos no existe opción alguna: su obsesión ha elegido ya por ellos. Uno se escoge cuando dispone de virtualidades indiferentes; pero la nitidez de un mal es superior a la diversidad de caminos a elegir. Preguntarse si se es libre o no: bagatela a los ojos de un espíritu a quien arrastran las calorías de sus delirios. Para él, ensalzar la libertad es dar pruebas de una salud indecente.
¿La libertad? Sofisma de la gente sana.

-En un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.

-¿Nuestros ascos? Desvíos del asco que nos tenemos a nosotros mismos

-Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo.

-Nosotros nos perpetramos detrás de nuestro rostro: al loco le traiciona el suyo. El se ofrece, se denuncia a los demás. Habiendo perdido su máscara, muestra su angustia, se la impone al primero que llega, exhibe sus enigmas. Tanta indiscreción irrita. Es normal que se les espose y se les aísle.
Don Quijote se inventaba acontecimientos; nosotros no sabemos como escapar a los que nos acosan.

-El prejuicio del honor es propio de las civilizaciones rudimentarias. Cesa con la aparición de la lucidez, con el reinado de los cobardes, de aquellos que, habiéndolo «comprendido» todo, no tienen ya nada que defender.

-Hemos saboreado todos el mal de Occidente. Sabemos demasiado del arte, del amor, de la religión, de la guerra, para creer aún en algo; hemos perdido además tantos siglos en ello... la época de la perfección en la plenitud está terminada. ¿la materia de los poemas? extenuada. ¿amar? hasta las masas repudian el "sentimiento" ¿la piedad? ya no se arrodillan en las catedrales más que los ineptos. ¿quién desea aún combatir? el héroe ya está superado; únicamente la carnicería impersonal sigue de moda. Somos fantoches clarividentes, ya sólo capaces de hacer muecas ante lo irremediable.
¿Occidente? Una posibilidad sin futuro.

-Quién por distracción o incompetencia detenga, aunque sólo sea un momento, la marcha de la humanidad, será su salvador.

-Nadie puede conservar su soledad si no sabe hacerse odioso.

-Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado.

-Constituye una gran injuria contra el hombre pensar que para destruirse necesita una ayuda, un destino... ¿No ha gastado ya lo mejor de su talento en liquidar su propia leyenda? En ese rechazo de durar, en ese horror de sí mismo, reside su excusa o, como se decía antes, su «grandeza».

-Si la Historia tuviera una finalidad, qué lamentable sería el destino de quienes no hemos hecho nada en la vida. Pero en medio del absurdo general nos alzamos triunfadores, piltrafas ineficaces, canallas orgullosos de haber tenido razón.

-Tanto he mimado la idea de la fatalidad, a costa de tan grandes sacrificios la he alimentado, que ha acabado por encarnarse: de la abstracción que era, ahora palpita irguiéndose ante mí, aplastándome con toda la vida que le he dado.

-Quien vive sin memoria no ha salido aún del Paraíso: las plantas continúan deleitándose en él. Ellas no fueron condenadas al Pecado, a esa imposibilidad de olvidar; pero nosotros somos ambulantes condenados al remordimientos.

-«Señor, sin ti estoy loco, pero más loco aún contigo.» Ese sería, en el mejor de los casos, el resultado de la reanudación del contacto entre el fracasado de abajo y el fracasado de arriba.

-Cuantos problemas para instalarse en el desierto! Más despabilados que los primeros ermitaños, nosotros hemos aprendido a buscarlo en nosotros mismos.

-Cuando, por apetito de soledad, hemos roto nuestros lazos con los demás, el Vacío nos embarga: nos quedamos sin nadie a nuestra disposición. ¿a quién liquidar ahora? ¿dónde encontrar una víctima duradera? semejante perplejidad nos abre a Dios: al menos con el estamos seguros de poder romper indefinidamente...

-En la búsqueda del tormento, en la obstinación de sufrir, únicamente el celoso puede competir con el mártir. Sin embargo, se canoniza a uno y se ridiculiza al otro.

-¿Quién abusaría del sexo sin la esperanza de perder en él la razón algo más de un segundo, para el resto de sus días?
La dignidad del amor consiste en el afecto desengañado que sobrevive a un instante de baba.

-En la época en que la humanidad, apenas desarrollada, se ejercitaba ya en la desgracia, nadie la hubiera creído capaz de poder producirla en serie un día. Si Noé hubiera poseído el don de adivinar el futuro, habría sin duda naufragado.
¿la «experiencia hombre» ha fracasado? había fracasado ya con Adán. Sin embargo, es legítimo preguntar: ¿tendremos la suficiente inventiva para parecer aún innovadores, para agravar semejante descalabro?
Esperándolo, perseveremos en el error de ser hombres, comportémonos como farsantes de la caída, seamos terriblemente frívolos.

-Antes se pasaba con gravedad de una contradicción a otra; ahora sufrimos tantas a la vez que no sabemos ya por cuál interesarnos ni cuál resolver.
Sin poseer la facultad de exagerar nuestros males, nos sería imposible soportarlos. Atribuyéndoles proporciones inusitadas, nos consideramos condenados escogidos, elegidos al revés, halagados y estimulados por la fatalidad.
Afortunadamente, en cada uno de nosotros existe un fanfarrón de lo Incurable.



...He adquirido mis dudas penosamente; mis decepciones, como si me esperasen desde siempre, han llegado solas, como iluminaciones primordiales.

Qué lejos estoy de todo!
Ignoro por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿no sería preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones? renunciaríamos así a la cultura y a las ambiciones, perderíamos todo sin obtener nada a cambio; pero ¿qué se puede obtener en este mundo? para algunos, ninguna ganancia es importante, pues son irremediablemente desgraciados y están irremisiblemente solos. ¡nos hallamos todos tan cerrados los unos respecto a los otros! pero incluso tan abiertos hasta el punto de recibirlo todo de los demás o de leer en las profundidades del alma, ¿en qué medida seríamos capaces de dilucidar nuestro destino? solos en la vida, nos preguntamos si la soledad de la agonía no es el símbolo mismo de la existencia humana. Querer vivir y morir en sociedad es una debilidad lamentable: ¿acaso existe consuelo posible en la última hora? Es preferible morir solo y abandonado, sin afectación ni gestos inútiles. Quienes en plena agonía se imponen actitudes destinadas a causar impresión, me repugnan. Las lágrimas sólo son ardientes en soledad. Todos aquellos que desean rodearse de amigos en la hora de la muerte lo hacer por temor e incapacidad de afrontar su instante supremo. Intentan, en el momento esencial, olvidar su propia muerte. ¿por qué no se arman de heroísmo y echan el cerrojo a su puerta para soportar esas temibles sensaciones con una lucidez y un espanto ilimitados?
Aislados, separados del mundo, todo se nos vuelve inaccesible. La muerte más profunda, la verdadera muerte, la muerte causada por la soledad, cuando hasta la luz de convierte en un principio de muerte.
Momentos semejantes nos alejan de la vida, del amor, de las sonrisas, de los amigos (e incluso de la muerte). Nos preguntamos entonces si existe algo más que la nada del mundo y la nuestra propia.

Nada es importante
¿Qué importancia puede tener que yo me atormente, que sufra o que piense? mi presencia en el mundo no hará más que perturbar, muy a mi pesar, algunas existencias tranquilas y turbar (más aún a mi pesar) la dulce inconsciencia de algunas otras. A pesar de que siento que mi propia tragedia es la más grave de la historia (más grave aún que la caída de los imperios o cualquier derrumbammiento) poseo el sentimiento implícito de mi nimiedad y mi insignificancia. Estoy persuadido de no ser nada en el universo y sin embargo siento que mi existencia es la única real. Más aún: si debiera escoger entre la existencia del mundo y la mía propia, eliminaría sin dudarlo la primera con todas sus luces y sus leyes para planear totalmente solo en la nada. A pesar de que la vida me resulta un suplicio, no puedo renunciar a ella, dado que no creo en lo absoluto de los valores por los que debería sacrificarme. Si he de ser sincero, debo decir que no sé por qué vivo, ni por qué no dejo de vivir. La clave se halla, probablemente, en la irracionalidad de la vida, la cual hace que ésta perdure sin razón. ¿y si sólo hubiera razones absurdas de vivir? El mundo no merece que alguien se sacrifique por una idea o una creencia. ¿Somos nosotros más felices hoy porque otros se sacrificaron por nuestro bien? ¿qué bien? Si alguien realmente se ha sacrificado para que yo sea hoy más feliz, soy en realidad aún más desgraciado que él, pues no deseo construir mi existencia sobre un cementerio. Hay momentos en los que me siento responsable de toda la miseria de la historia, en los que no comprendo por qué algunas personas han derramado su sangre por nosotros. La ironía suprema sería darse cuenta de que ellos fueron más felices que nosotros lo somos hoy. ¡Maldita sea la historia!
Nada debería interesarme ya; hasta el problema de la muerte debería parecerme ridículo; ¿el sufrimiento? estéril y limitado; ¿el entusiasmo? impuro; ¿la vida? racional; ¿la dialéctica de la vida? lógica y no demoníaca; ¿la desesperación? menor y parcial; ¿la eternidad? una palabra vacía; ¿la experiencia de la nada? una ilusión; ¿la fatalidad? una broma... si lo pensamos seriamente, ¿para qué sirve todo ello en realidad? ¿para qué interrogarse, para qué intentar aclarar o aceptar sombras? ¿no valdría más que yo enterrase mis lágrimas en la arena a la orilla del mar, en una soledad absoluta?
El problema es que nunca he llorado, pues mis lágrimas se han trasformado en pensamientos tan amargos como ellas


2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

-"Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado".
Al embarcarme en los pasos del retiro-orbíto en una frecuencia que se rinde a mis pestañeos y suspiros, solo ahora quiziera borrar aquellas entidades que permanecen...de aquellas muertes bajo el entierro de mis propias manos.
Por permanecer en esta dimension casi satelital, se me alejan las distancias entre la muerte y vida..
espero no alejarme demasiado de aquellos actos de enjendro de vida y muerte que de alguna manera me recuerda...que aun respiro y circulo...
(Prometo subir txts en español tb