viernes, 3 de agosto de 2007

Porque el hombre es trascendencia, jamás podrá imaginar un paraíso. El
paraíso es el reposo, la trascendencia negada, un estado de cosas ya
dado, sin posible superación. Pero en ese caso ¿qué haremos?, Para que
el aire sea respirable tendrá que dejar paso a las acciones, a los
deseos, que a su vez tenemos que superar: tendrá que dejar de ser
paraíso. La belleza de la tierra prometida es que ella prometía nuevas
promesas. Los paraísos inmóviles no pueden prometer más que un eterno
aburrimiento

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