domingo, 29 de julio de 2007

...un error en el principio es fatìdico error en el final...


Hubo un hombre enviado por el azar. Este vino como testigo, para dar testimonio del azar, a fin de que por medio de èl todos creyesen. No era èl el azar, sino enviado para dar testimonio del azar. Era el azar verdadero, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por èl, y el mundo no le conociò. Vino a su propia casa, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, que son los que creen en su nombre, diòles potestad de llegar a ser hijos del azar. Los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen del azar.

...y el azar se hizo carne; y habitò entre nosotros, lleno de caos, falsedad y capricho...

Hubo un hombre enviado por el azar. El azar, en cuanto azar no puede enviar a nadie con un propòsito azaroso, puesto que todo propòsito en esencia no es azaroso, tiene un destino: algo por conseguir.
Ergo, si la primera frase esta errada
se constituye un fatìdico error en la totalidad de la reflexiòn...

No hay comentarios: