domingo, 29 de julio de 2007



No rompas las cartas de amor, ni elimines los mensajes escritos por amantes locos, tiernos, febriles, solitarios, díscolos, promíscuos, efímeros, tontos; no destruyas sus retratos, con ellos van la creciente luna de sus sonrisas, el recuerdo de tórridas tormentas de verano, el roce y el sabor del sudor de un cuerpo extraño; no te deshagas de los presentes que te hicieron desde lo más profundo del corazón.
Porque, a pesar de que hoy veas el mundo a través del cristal gris de la decepción; aunque el desengaño ocupe cada rincón de tu presente; y la desesperanza vuelva a ser esa extraña conocida, ese caramelo agrio que se adhiere con rabia al paladar, no permitiendo que nada -ni nadie- más se abra paso y te alimente; llegará un día en que todo aquello que hoy llena el espacio vacío que los amores perdidos dejaron en tu alma se esfumará, desapareciendo de tu aire para siempre. Así, los amigos morirán; la familia te olvidará entre formol, sábanas desgastadas con olor a lejía y píldoras con sabor a alcanfor, de esas que prolongan la vida entumeciendo la razón; la literatura te aburrirá, el arte se tornará incomprensible, las aventuras y el sexo serán sólo un fatuo recuerdo; la esperanza huirá definitivamente y, con ella, los colores de los sueños y el embrujo de la luna llena..."
Ese día, las cartas, los mensajes, los recuerdos y los presentes de amor; se convertirán en tus amigos, tu familia, tu literatura, tu arte, tus aventuras, tu sexo, tu alegría, tus colores, tus sueños, tu embrujo y tu luna llena.

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